lunes, 12 de mayo de 2008

Repensando el pensamiento, construyendo el cambio




Pensar en el mayo frances a sus 40 años es bastante común en estos días en casi todos los medios. Las diferentes interpretaciones resultan difíciles.
El mayo francés parece haberse diluido hasta casi el olvido, una imagen fantasmagórica de lo que muchos quisieron ser y que hoy nosotros queremos lograr en un contexto mucho más hostil hacia el cambio; mucho más escéptico y nihilista.
La utopía más allá de irrealizable o no, es un motor de los proyectos, es el horizonte de ellos. Es así como Mariátegui hablaba del mito para los pueblos latinoamericanos como motor para que recuperen su fuerza y su identidad; la movilización hacia una revolución. La imaginacion al poder no es más que eso.
La siguiente frase cerraba una breve pero contundente declaración de principios en la entrada principal de la Sorbona de París, asediada por la policía. La declaración decía así: “Queremos que la revolución que comienza liquide no sólo la sociedad capitalista sino también la sociedad industrial. La sociedad de consumo morirá de muerte violenta. La sociedad de la alienación desaparecerá de la historia. Estamos inventando un mundo nuevo original. La imaginación al poder.”
No es extraño que unos años después Guy Debord dijera que había para morirse de risa, al constatar lo que la “sociedad del espectáculo” había conseguido hacer con esa y otras muchas frases célebres del movimiento del 68.
Esa es mi nostalgia sobre el mayo francés, cuyas palabras aun resuenan en muchos que creemos en el cambio posible o en la posibilidad constante de crear el cambio. La manipulación de la palabra y del discurso es la manipulación de la comunicación, la manipulación de lo que constituye la columna vertebral del ser humano.
La constante inmovilización de los conceptos, de las palabras, la alusión a una cosmovisión atada y fija que no permite la riqueza y la dialéctica de lo que implica el pensar. Olvidando "inocentemente" aquella premisa fundamental de reconocernos seres históricamente determinados. Corresponde a una lógica conforme a un determinado modo de producción, una ciencia que responde y da poder a determinado sistema.
La lógica formal tiende a establecer la univocidad del concepto con el objeto, inmovilizando el movimiento del pensamiento. Ocultando las contradicciones ineherentes e inevitables que responden al ser y no ser, a la potencialidad y al cambio. Las proposiciones así, se encuadran en este marco lógico conceptual que responde al capitalismo. La ciencia como poder transformador de la naturaleza, pero tomando a la naturaleza como objeto y ultrajándola.
En tanto se separa la ciencia de la política y la ética, la pretendida neutralidad valorativa trata de asignarle un carácter de verdad imposible porque el mismo pensar lleva a una determinada direccionalidad de los actos. Es irreal no pensar en una ciencia críticamente, como actividad transformadora.
Una sociedad cuya forma de expresarse y hacer ciencia se reduce al inmovilismo con las pérdidas cualitativas que eso implica hace referencia a la necesidad del cambio social. Pensamos científicamente en términos fundamentalmente cuantitativos, reducimos el mundo a una brutal abstracción entre concepto y objeto, entre teoría y práctica. La reconciliacion ya se sabe que es precisa, ahora hace faltar comenzar el movimiento.
Desde el comienzo de nuestra socialización, vamos adquiriendo esta visión del mundo que se adecua al funcionamiento "normal" del capitalismo, con conceptos típico ideales estancados, reaccionarios, pues se defienden ante el cambio. La aprehensión del mundo y la comprension del mismo se forma en este proceso, la educacion formal construye una reproducción del pensamiento lógico formal tecnológico, una reproducción de la ideología dominante. A la cual es imprescindible derrumbar. No sólo por cuestiones gnoseológicas o ideológicas o políticas sino por cuestiones ontológicas!. Hombres y mujeres nos reconocemos en el otro y con el otro. La formación es constante y la necesidad de las relaciones sociales es que sean horizontales, con el respeto e igualdad que eso implica.
Cambiar toda una estructura de valores que se han reificado es el gran desafío. Re-educarnos con una nueva cosmovisión y accionar para poder reencontrarnos en tanto personas, para poder volver a comunicarnos con la riqueza que el pensamiento permite, con la fuerza de un alma curiosa y crítica que se reconoce humilde, dispuesta a crecer día a día, dispuesta al diálogo que enriquece y dispara el accionar, que predispone y dispone a la accion en conjunto.
Por ello y más, repienso el mayo francés, para poner en movimiento aquellas consignas que, gracias a la polisemia de las palabras, me permiten retomar aquellos sueños en un mundo parecido, pero distinto, desde una latinoamerica que ha de ponerse de pie.
El romanticismo con que se acusa a estas fechas no ha de menospreciarse, ha de tomarse como fuerza movilizadora que estremece hasta los huesos pero no paraliza.
Pensarlo como movimiento burgués, como farsa me parece errado.
Sabernos hoy iguales y diferentes a los de ayer nos permite continuar lo que aún no se ha concretado para retomar desde un lugar en el que me siento identificada. Desde la juventud que en este momento formamos. Como un actor que no puede conformarse con el papel secundario o de reparto sino que hace y rehace, que piensa y critica,que forma y reforma, que se renueva todo el tiempo y, andando, va edificando un camino que empezamos a buscar a tientas, un poco a tientas (sobretodo al principio), un poco deseoso de encontrar una sociedad que derrumbe y se levante ante la actual capitalista.
A medida que nos formamos vamos delineando esto, vamos construyendo este camino, hacia otro mundo, construyendo otro mundo.

miércoles, 7 de mayo de 2008






"El gran final del arte
es sacudir a la imaginación,
con la fuerza de un alma que no admite derrota
aún en un mundo que se derrumba!."

F.Nietzsche