viernes, 19 de diciembre de 2008

Crónicas de viajes y distancias.



Una pequeña reflexion cursi, a mi hermana, porque no hay persona que me contenga más y a la cual admire tanto, por su tenacidad y su fuerza. Con una bondad infinita de aquellas almas que se merecen todo, porque lo dan todo!
Que 12.000km no son nada y todo a la vez.

Las geografías nos condicionan, quizá no determinan, pero sí establecen marcas en nuestros horizontes.
Paisajes diversos que se erigen ante nuestros ojos, perfumes y aromas que nos abrazan. Sonidos y sensaciones que nos atraviesan.
Buenos Aires con su místico romanticismo, mezcla de grandiosa y miserable, bondadosa y cruel. Sus calles y sus avenidas reflejan una prosperidad que fue un fugaz fantasma; sus silencios evocan angustías, su pobreza derrama lágrimas e impotencia.
Sumergidos en rutinas, acostumbrados a demasiado poco.
Helena se mueve en una fotografía en blanco y negro, por pasajes y calles encontradas y mudas, con un sórdido ruido de fondo, de las avenidas de las cuales huye.
Del otro lado del océano, en la otra punta del mundo, se encuentran recuerdos vagos de lo que pudo ser, de destinos inciertos.
Cariños guardados en cajas de cartón, que vuelven de vez en cuando para no desaparecer.
Allá, Barcelona, ciudad cosmopolita, magna, donde la diversidad se desarrolla con una naturalidad inaudita, con ramblas repletas de anónimos personajes, con anónimos anhelos, victorias y fracasos. LLenos de vida, llenos de historias.
El retorno será inevitable?
Resistencia ante el olvido.
Helena extraña,la extraña, porque forma parte de lo más importante de su vida, de su ser.
Un todo que no logra llenar esa parte que le falta para sentirse plena. Esos abrazos, esas miradas cómplices que la hacían sentir la comunicación casi perfecta con alguien.
Que las geografías no reflejan más que esto, percepciones subjetivas de lo que implican sus mundos. Irremplazable amor fraternal que a veces se guarda en la rutina pero ocasionalmente vuelve a aparecer con una fuerza que derrumba todo.
Efímeros recuerdos que tiñen el día de un color particular, ansiosas ganas de partir, de salir a buscarla y no dejarla más.