miércoles, 23 de abril de 2008

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El invierno se acerca. Es temprano. El viento del noroeste trae una brisa nueva, refrescante. Buenos Aires tiene una magia contradictoria que emociona y enamora, que acorrala y espanta. Boedo, al sur, sumergida en una mística de tango y café.
Helena se sienta en su habitual bar, en su rutinario rincón. Llega para sumergirse en aquellos vuelos soñados que la transportan desde Sartre hasta Nietzsche. La espera resulta amena.
Enconces, irrumpe su calma Sofía, una impecable señora de andar sofisticado que gusta de las telenovelas mexicanas, el chocolate suizo y el shopping.
El encuentro es inevitable, preciso, a la hora indicada.

-Buenas tardes, helena. Como estás?-.
-Bien, gracias Sofia. Vos?-.
- Estás lista? vamos ahora o preferis esperar un rato?-.
- No, esta bien. Vayamos. Cuanto antes mejor-.

Durante el viaje no se atrevian a cruzar miradas, las palabras parecian hilos de voz que, temblorosas, rompían con el murmullo urbano. Prontas a llegar, se han dado cuenta lo cómoda de la situación. El otro como un culpable de los propios infortunios es la salida más exitosa de la irresponsabilidad. Un elixir de alivio a la conciencia.

- Sabés que no quiero que te vayas, no puedo obligarte y de hecho por eso acepto hacer esto con vos, pero no me parece que sea una solución.- El exilio no siempre es un buen refugio.-
- No estoy huyendo, Sofía, hace mucho que nos conocemos, fuimos grandes amigas, creo que me conoces. Es una oportunidad para crecer, para demoler barreras. Te agradezco la ayuda y que a pesar de todo lo que pasó estés acá.-

Helena no terminaba de comprender cómo los lazos se quiebran, como, a pesar de todo, el cariño persistía ante las diferencias. Extrañamente no podia odiar a Sofia, a pesar del tiempo, los cambios y las oposiciones.

-No, la verdad que no te entiendo. Si así fuera no estaríamos discutiendo.- Replicó. Sofía no podía entenderla, no cabia en su mente la personalidad de Helena, tanta osadía e imprevisibilidad la sacaban de quicio. La estabilidad es su signo más fuerte, no cabe espacio para otra cosa.
Parece insólito que la simple incomunicación de dos mundos subjetivos puedan llevar a tanta distancia y oposición.

- No se trata de ser politicamente correcto tampoco!, no te digo que tengas los mismos intereses, pero podés ser menos obsecuente!. Que no quiera encerrarme a ser una sra. de sociedad, envuelta en superficialidades absurdas y prefiera otras cosas no me hace incoherente, sino todo lo contrario!.-
- No empieces con tus delirios bohemios y nobles, que con la cabeza en las nubes no haces nada. Pero estás huyendo, reconocelo, ya no tenemos 20 años. Porqué dejar tu parte en este proyecto e irte?.-
-No me interesan tus finanzas y no te perjudico en nada vendiendo mi parte. No te tengo que dar explicaciones además. Sos mi socia y sólo te interesa y te incumbe lo meramente financiero en lo que respecta a nuestra relacion.- Helena sabía que estaba siendo hiriente, de alguna forma era lo que efectivamente buscaba. Sofía no había sido menos y no podía quedarse callada. Sus pensamientos iban a mil.

Luego de firmar no volverian a hablar. Los destinos pueden ser disímiles e irrevocables.

1 comentario:

Martina Benitez Vibart dijo...

hola, mil! me encanto lo q escribiste, te zarpas! muy bueno!
besooo
a ver si sale lo del curso... :)

nos vemos, segui asi!